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Una reflexión personal

Hoy vamos a hablar de algo de lo que no solemos hablar en “Lo Mejor de Cada Casa” porque ha llegado un punto en el que mi indignación es tal que me sentiría ridícula no tratando este tema con todos vosotros.

Como imagino que muchos ya sabréis, los pacientes de hepatitis que se encuentran en las fases más leves, no han tenido oportunidad de tratarse bajo la tutela de la Seguridad Social porque el Estado ha decidido que sólo sean los pacientes más graves los que tengan acceso a los medicamentos de última generación debido a su coste económico.

Esto es muy gracioso porque, está claro que los pacientes en fases avanzadas necesitan esos medicamentos con urgencia, pero si trataran también a los pacientes más leves, podrían evitar que su estado empeorara. Podrían evitar hasta que llegaran a las fases que ahora sí incluye el plan español contra la hepatitis C. Pero, como ya he dicho, el tratamiento es caro y muchas son las personas que han quedado fuera del mismo y que no se lo van a poder pagar de manera privada.

He hablado con grandes centros de medicina privada, con las mejores clínicas y más reconocidas del país, como el Centro Médico Benviure que apoya totalmente a los afectados por la hepatitis C y que han intentado ofrecer el tratamiento lo más batato posible a estos pacientes pero, el problema es que en España se ha aprobado la patente de esos medicamentos y esto ha encarecido notablemente su precio por lo que ni siquiera estas clínicas privadas concienciadas y dispuestas a ayudar a nuestra sociedad pueden abaratar los costes. Y yo no quiero tirar más tierra sobre el tejado pero ¿de quién es la culpa? Del Estado porque, para empezar, ha sido él quien le ha dado esa patente del medicamento a alguna farmacéutica que solo quiere lucrarse a su costa.

El caso es que la noticia de esta semana es que muchos pacientes españoles con hepatitis C van a viajar a Egipto para tratarse por 5000 euros porque allí no  está reconocida la patente de los nuevos fármacos y los tratamientos son mucho más baratos. Pensad en lo siguiente: si los pacientes están dispuestos a pagar 5000 euros en Egipto, sabiendo que tendrán que vivir allí durante el tiempo que dure ese tratamiento, ¿qué cuesta en España? Pues yo os lo digo: la friolera de 26.300 euros. Y eso es solo lo que van a pagar las administraciones públicas para conseguirlo porque si quisiéramos tratarnos a nivel particular probablemente nos saldría más caro aún. De hecho, el precio de venta al público es de 14.618 euros por caja, unos 43.854 euros por un tratamiento básico.

¿Quién narices puede pagar eso? Yo, sin ir más lejos, podría pasarme más de 15 años pagando ese tratamiento y eso si me dieran un crédito en el banco porque si no me lo dieran ni siquiera podría soñar con él.

Personalmente me parece indignante y denigrante porque, si en Egipto se puede vender todo el tratamiento por menos de 5000 euros es porque aún le ganan dinero así que… haced cuentas de lo que vale la vida o la salud de una persona en España.

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