Hace unos días fui con mi hijo a una feria de maquetas de coches. Le dieron entradas gratuitas en la escuela y se puso tan pesado que me lo llevé el fin de semana. Eso sí, me tocó pagar mi entrada porque la gratuita era sólo para el niño (anda que no son listos ni nada). El caso es que comprobé que aquello, aunque a mí no me gustase, era todo un arte. Tenían modelos a escala totalmente calcados del real, hasta la última pieza. Incluso había algunos que levantaban el capó y podías ver el motor. Alucinante.